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Capital Humano

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Herramientas digitales para trabajadoras y empleadores contra el “fraude patrona”

Muchos de los engaños que han sufrido trabajadoras del hogar a través del “fraude patrona” se han realizado por WhatsApp, respondiendo a mensajes de números que tienen la imagen de sus empleadores. De ahí la necesidad de cuidar la información digital para prevenir esta estafa.

Ilustración EE: Nayelly Tenorio

Ilustración EE: Nayelly Tenorio

No sólo limpian casas particulares, las cuidan –así como a las personas, animales y objetos que las habitan–. Pero el valor y la responsabilidad de lo que hacen las trabajadoras del hogar vacilan a conveniencia de empleadoras y empleadores, sobre todo, cuando algo se rompe, cuando hay que pagar salarios o cuando alguien ha violado la seguridad del domicilio.

Con el llamado “fraude patrona” se puede dimensionar la importancia de la labor de este personal en nuestros hogares, de proveerles capacitación, firmar un contrato de trabajo y de mantener la seguridad digital, señala en entrevista Ana Escutia, responsable del Área de Inclusión Digital del Centro de Cultura Digital (CCD).

El fraude patrona es una estafa para hacerle creer a las trabajadoras del hogar que sus empleadores están en peligro y así ellas entreguen dinero o bienes resguardados en la casa. Un ejemplo del impacto de este esquema es el caso de Mar, quien se encuentra en el penal de Barrientos, acusada por su empleadora de haber entregado más de 700,000 pesos en dinero y joyas tras caer en el engaño.

Son varias las vías que se están utilizando para llevar a cabo este fraude, una de ellas es WhatsApp. Fácilmente, quienes lo cometen roban la imagen de la persona empleadora de esa misma aplicación o cualquier otra red social, la colocan en el perfil de un número de teléfono y se hacen pasar por ella, explica Ana Escutia.

En ese sentido, existe un “mismo nivel de responsabilidad para la trabajadora que para el empleador”. Por supuesto, los únicos culpables son quienes cometen este delito, sin embargo, el problema es que cuando éste se lleva a cabo, muchas veces se incrimina a la empleada del hogar o se le culpa por dejarse engañar y no saber cuidar los bienes de la familia para la que labora.

Seguridad digital, clave para todas las personas

En lo que va de 2023, el Consejo Ciudadano de Seguridad y Justicia (CCSJ) de la Ciudad de México ha recibido 11 denuncias de este tipo de estafas al Chat de confianza (55) 5533-5533. En 2022 fueron 107 los casos, y 280 en 2019.

No hay cifras públicas sobre estos delitos en las fiscalías locales, la autoridad encargada de investigarlos, así que no se podría afirmar que éstos van a la baja porque el CCSJ recibe menos reportes. Además, la denuncia ocurre una vez consumado el delito o, en el mejor de los casos, cuando estuvo a punto de suceder. Pero hay diferentes formas de prevenirlo.

“Los cuidados digitales y la protección de la privacidad de nuestros datos nos competen a toda la población. Pensamos que lo deben hacer solamente periodistas, activistas o personas que tienen que ver con seguridad e investigación. Pero esto es para todo el mundo”, apunta Ana Escutia.

La especialista subraya que los dispositivos digitales —como el teléfono celular— y aplicaciones de mensajería —como WhatsApp—, se han convertido en una herramienta de trabajo para las empleadas del hogar y una forma de comunicación directa para las personas empleadoras.

“Por ahí se comparte información personal, información que va desde que les piden hacer la despensa, los horarios, los pagos o cualquier otro tipo de recado” que puede ser filtrados y mal utilizados. Por eso hay que activar las protecciones, explica la especialista.

La privacidad en WhatsApp

Cuidar nuestros datos en el mundo digital es como cuidar de nuestra casa. Una persona no le entrega las llaves a cualquiera o no deja la puerta abierta para que cualquier persona entre en el momento que quiera, dice Ana Escutia.

Ante este contexto, recomienda que en WhatsApp la fotografía de perfil esté visible sólo para los contactos. Esto se hace de la siguiente manera:

  1. Entra a WhatsApp
  2. Accede en el menú “Configuración”
  3. Abre la opción de “Privacidad”
  4. Posteriormente, entra donde dice “Foto de perfil” y se desplegarán diferentes opciones; escoge “Mis contactos”

Si cualquier persona puede ver la foto de perfil de un usuario, será más fácil que alguien la descargue y suplante su identidad.

En la opción “Privacidad” también se puede elegir quiénes pueden ver la última vez que la persona se conectó o si está en línea. El nivel mínimo de seguridad es que sólo esté a la vista de los contactos del usuario.

Además, en un contexto en el que cada vez es más frecuente el robo de cuentas de WhatsApp, es muy importante también activar la verificación de dos pasos. Esto se hace de la siguiente manera:

  1. Entra a “Ajustes”
  2. Selecciona la opción “Cuenta”
  3. Elige “Verificación de dos pasos” y selecciona la opción “activar”.

Ten cuidado con lo que publicas en redes

Muchas personas suben historias y publicaciones a sus redes sociales cuando están de vacaciones y, por asombroso que parezca, algunas hasta comparten desde qué fechas estarán fuera de casa y sus cuentas están abiertas para cualquier persona, apunta Ana Escutia.

La información personal que se divulga en los medios sociales le sirve a quienes quieren engañar a las trabajadoras del hogar para construir una historia creíble sobre el empleador.

Al respecto, Ana Escutia aclara: “No es para ponernos en un estado paranoico, tampoco les digo que no compartan nada. Pero tomen precauciones, como no subir la información en tiempo real, esperen por lo menos 24 horas, sobre todo si van a hablar de que están fuera de casa”.

Otro espacio virtual donde las personas deben tener cuidado es en los grupos de Facebook de vecinos. La especialista recomienda no poner datos personales abiertos a todas las personas en esa comunidad, aunque el grupo sea privado.

Además, las contraseñas hay que cambiarlas cada mes y éstas deben incluir números y letras, señala. “Hay que recordar que WhatsApp, Facebook e Instagram son de la misma empresa y no hace mucho hubo una venta de datos y no sabemos hasta dónde llega esa información”.

Algunas aplicaciones o redes sociales piden incluir un número de teléfono, lo que en muchos casos es opcional. En esos casos, agrega, “es mejor no proporcionarlo”.

Ana Escutia subraya la responsabilidad de las personas empleadoras de enseñarles o darles capacitación a las trabajadoras del hogar sobre el uso de teléfonos inteligentes y las aplicaciones. “Si le van a pedir que hagan videollamadas o usen el WhatsApp para temas de trabajo, díganles cómo hacerlo”.

Hay muchas empleadas del hogar jóvenes, que pudieran estás más familiarizadas con la tecnología. “Pero muchas son adultas mayores y ahí se cruza otro tipo de brecha”: la brecha generacional de acceso a dispositivos y la brecha digital.

En el CCD, en la Ciudad de México, existen varios talleres para personas adultas mayores aprendan a utilizar los celulares inteligentes, también para saber cuidar los datos digitales.

Precauciones en el mundo real

El fraude patrona se realiza generando cierta urgencia, recuerda Ana Escutia. Esto les funciona muy bien a los estafadores cuando la persona empleadora no ha generado comunicación y confianza con la trabajadora del hogar y, al contrario, hay cierto temor en esa relación que siempre es jerárquica.

“Por eso es muy fácil que estas personas las manipulen. No necesitan dar el nombre de su empleador, pero tal vez les hablen de un tal licenciado”. Y eso a ellas sí les va a sonar familiar, porque tiene aires de algo importante y generalmente se les trata como si los lugares y las personas para las que trabajan estuvieran por encima de ellas.

“Sugiero también establecer contraseñas personales entre las personas empleadores y las trabajadoras. Una palabra secreta que solo entre ellas la sepan y puedan pedirla ante un evento de emergencia”, recomienda.

La responsabilidad de la seguridad de la vivienda que se le encarga a la trabajadora del hogar es muy grande, destaca Ana Escutia. Sin embargo, sus salarios no corresponden a tal compromiso y tampoco reciben apoyo para poder hacer bien su trabajo, añade. Por el contrario, hay siempre una desconfianza hacia ellas.

“Es muy común que duden de ellas y eso tiene que ver con la discriminación, el clasismo y el racismo contra las empleadas del hogar”. Pero si verdaderamente les preocupa que ellas puedan hacer algo ilegal, “firmemos un contrato de trabajo, inscríbanlas en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS)”, apunta.

Desconfiar de la persona a la que se explota laboralmente, a la que se trata de manera indigna y de la que muchas veces no se conocen ni sus apellidos ni la dirección de su domicilio, habla más mal de la persona empleadora.

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