Lectura 10:00 min
¿Qué ha pasado con el mercado laboral desde la crisis del Covid-19, y qué sigue?
Los mercados laborales de la región enfrentan en la actualidad un triple desafío: diseñar políticas para la recuperación con un enfoque inclusivo, mejorar la cantidad y la calidad de los empleos y, tras las lecciones aprendidas en esta crisis, definir políticas que nos permitan hacer frente a las próximas crisis.
Más de 31 millones de empleos perdidos no pasan desapercibidos. Los efectos de la crisis del Covid-19 en los mercados laborales en América Latina y el Caribe han sido más que palpables. Los vimos, los vivimos y siguen presentes a pesar de algunas señales de recuperación entre 2021 y 2022 que están lejos de ser óptimas. Se perdieron muchos empleos, se trabajaron menos horas y se generaron menos ingresos. Pero, además, los problemas estructurales preexistentes, como la baja productividad, la informalidad laboral y las brechas de género, se profundizaron.
En México específicamente observamos que la tasa de informalidad, aun cuando es hoy más baja que antes de la crisis, sigue siendo alta en comparación con otros países de la región con PIB per cápita similares. Y es que la informalidad cayó radicalmente en toda la región durante la crisis, pero eso no se tradujo en mayor formalidad. A diferencia de otras crisis, la pandemia del Covid-19 redujo tanto el empleo formal como el informal. Y mientras en crisis previas la informalidad había reaccionado de manera contracíclica, aumentando mientras el empleo formal caía, en esta ocasión, en buena medida por las medidas de confinamiento, no fue así. Esto significó que muchos en la región se vieron sin posibilidades de generar ingresos.
Por otro lado, en México, los salarios aún no recuperan sus niveles previos a la crisis, y aunque efectivamente están mejor que en todo el periodo 2009 a 2018, la productividad del país ha caído con fuerza. Del cuarto trimestre de 2017 al cuarto trimestre de 2021, la productividad laboral decreció en 8.1%, y se encuentra hoy por debajo de su nivel en 2005. La crisis también representó un retroceso importante en la igualdad de género en el mercado laboral. Estimamos que en septiembre de 2021 el déficit del empleo femenino en México debido a la crisis fue de 9.1%, versus solo 2.2% en el empleo masculino.
Pero no ganamos nada si nos concentramos solamente en el shock de la pandemia sin mirar las oportunidades de renovación que nos presenta.
El mundo laboral se está transformando a un ritmo sin precedentes
Las relaciones laborales ya estaban cambiando aceleradamente antes de la crisis del Covid-19, y la pandemia sirvió para acelerar una metamorfosis en curso.
Lo que empezó para muchos como un experimento tímido de teletrabajo, se precipitó y tomó auge durante la pandemia. El crecimiento de la economía digital; el trabajo remoto y la generación de ingresos a través de las plataformas digitales; y la transición hacia economías más verdes, son tendencias que están cambiando los mercados laborales de América Latina y el Caribe, y que necesitamos aprovechar para construir una nueva arquitectura laboral.
El sector de las tecnologías de la información, por ejemplo, ha crecido a un ritmo trepidante, incluso en un periodo de crisis. De acuerdo con datos del Observatorio Laboral del BID, trabajando en alianza con LinkedIn, éste fue un sector que se mantuvo sin mayores alteraciones en su tasa de contratación entre 2022 y 2021, y hasta creció. Tiene sentido, siendo que se trata del sector más preparado para transitar al trabajo remoto sin fricciones, y que la transición de otros sectores al teletrabajo ha incrementado la demanda de servicios tecnológicos.
El trabajo a través de las plataformas digitales también está cobrando cada vez más fuerza. Entre enero y marzo de 2020 la descarga de aplicaciones de teletrabajo se multiplicó por 20 en la región. En el caso de las plataformas de movilidad y de entrega de comida a domicilio, desde antes de la pandemia ya eran una fuente de ingresos adicionales para personas con distintas ocupaciones. Como consecuencia de la pandemia, se incrementó su uso, permitiéndole a muchos trabajadores mantenerse a flote en medio de la crisis.
Por otro lado, entre 10 y 35% de los trabajadores de América Latina y el Caribe se sumaron al teletrabajo durante la pandemia, de acuerdo con estimaciones de nuestro Observatorio Laboral. En el pico de la pandemia (junio 2020), el porcentaje de teletrabajadores en Chile, México o Uruguay estaba entre el 20% y el 40%. Sin embargo, la adopción del teletrabajo no es equitativa, pues no todo el mundo puede teletrabajar. Los análisis revelan que el teletrabajo es factible para las ocupaciones mejor remuneradas en México, por lo cual parece que las nuevas tecnologías ayudan menos a personas en ocupaciones con menor remuneración.
Tanto el teletrabajo como el trabajo en plataformas digitales necesitan de una regulación adecuada, que permita la realización de estas actividades de forma productiva, eficiente y equitativa, adecuándose a las necesidades y a la realidad del nuevo mundo del trabajo.
Por último, tarde o temprano todos los países enfrentarán el reto, pero al mismo tiempo la gran oportunidad de transitar hacia empleos verdes. Según un informe del Banco Interamericano de Desarrollo y la Organización Internacional del Trabajo, la transición hacia una economía de cero emisiones netas de carbono para 2030 puede permitir la creación de quince millones de empleos netos en América Latina y el Caribe. Pero esta transición requiere de un impulso desde las políticas públicas, incluyendo medidas para apoyar la reinserción laboral de las personas que perderían empleos en sectores contaminantes.
Hacia una nueva arquitectura para los mercados laborales
A pesar de algunos signos de recuperación, los mercados laborales de América Latina y el Caribe siguen en problemas. Hay un triple desafío:
- Diseñar con enfoque inclusivo políticas para recuperarnos de un shock que todavía tiene efectos importantes, y que posiblemente los siga teniendo por muchos años.
- Mejorar la cantidad y la calidad de los empleos, enfrentando los desafíos preexistentes en los mercados laborales e invirtiendo en la construcción de habilidades.
- Tomar las lecciones aprendidas en esta crisis, para diseñar políticas que nos permitan hacer frente a las próximas crisis.
Para que podamos recuperar y transformar los empleos en América Latina y el Caribe, es fundamental:
» 1. Acelerar la recuperación del empleo con enfoque inclusivo
La región debe facilitar la transición de los trabajadores y empresas a los sectores emergentes que están creando empleos, promoviendo la contratación y capacitación efectiva de la fuerza laboral.
Medidas orientadas específicamente a que los jóvenes consigan empleos formales son particularmente importantes en México dado que en marzo de 2022 el número de puestos de trabajo registrados ante el Instituto Mexicano del Seguro Social de personas menores con 29 años o menos fue 3.2%, menor que en marzo de 2019. Sin un esfuerzo importante para promover el empleo formal de los jóvenes, existe el riesgo de que la pandemia deje una cicatriz permanente en las trayectorias laborales de la generación que está llegando a la edad de trabajar ahora.
- Apoyar la conectividad adecuada, la innovación y la transformación digital de las empresas para aprovechar las oportunidades en un mundo cambiante, también es clave.
- Por otra parte, podemos reducir las brechas de género, trabajando para que las mujeres opten y tengan acceso a carreras con trabajos bien pagados, como los asociados a la ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (CTIM, o STEM en inglés). De la misma manera, apoyar la ampliación y la mejora en la calidad de los sistemas de cuidado puede ayudar a las mujeres a entrar en el mercado laboral, junto con la promoción de una división equitativa de las tareas familiares entre mujeres y hombres, porque hoy la carga de cuidar a otros y de las tareas del hogar recae desproporcionadamente sobre ellas.
- Los trabajadores también necesitan que las regulaciones los apoyen para conseguir mejores condiciones laborales—con un abordaje prudente del salario mínimo y la garantía del derecho a la negociación colectiva— sin pretender subir los salarios al punto en que las empresas no puedan pagar. Un esfuerzo complementario sería mejorar los niveles de inversión pública, especialmente en zonas más rezagadas económicamente, para mejorar la productividad.
» 2. Desarrollar las habilidades relevantes para el nuevo mundo laboral
Es urgente invertir en políticas de fortalecimiento de habilidades para el trabajo dirigidas a personas que han perdido sus empleos, o que están viendo sus trabajos y tareas transformarse por la demanda creciente de habilidades digitales, de teletrabajo, y verdes. Los programas de mejora de competencias y de recapacitación deberán enfocarse en habilidades pertinentes para los empleos más demandados y de mayor calidad en la economía, y en proporcionar habilidades a lo largo de la vida de los trabajadores.
Las empresas necesitan repensar su visión de lo que es un “empleado” para empoderarlos en su evolución hacia mayor interacción con nuevas tecnologías y plataformas digitales, así como evolucionar a un modelo de formación continua de mayor agilidad. Necesitamos asegurar que nadie se quede atrás por falta de habilidades, y que las empresas tengan incentivos para establecerse y quedarse en la región porque encuentran talento humano capacitado, o con posibilidad de capacitarse con efectividad en períodos cortos de tiempo.
» 3. Construir un mercado laboral más fuerte para enfrentar mejor nuevos shocks a futuro
Por un lado, es importante promover regulaciones que se ajusten a los cambios que estamos viviendo en el mercado de trabajo. Por otro lado, es preciso llevar a cabo las reformas laborales y de seguridad social necesarias para transformar el mercado laboral a futuro, y ser menos vulnerables a los shocks.
Para enfrentar el problema de la alta informalidad y la baja cobertura de los sistemas de pensiones, las reformas a la seguridad social podrían hacer que ciertos beneficios sean universales e independientes del estatus de la persona en el mercado laboral. A su vez, tales beneficios podrían financiarse con impuestos generales en lugar de impuestos laborales, promoviendo el empleo formal, y reduciendo su costo simultáneamente. De esta manera, un sistema universal eliminaría la cobertura errática de la seguridad social que cambia de un año a otro según la trayectoria laboral de la persona, además de promover la formalidad laboral a través de menores costos laborales no salariales.
También es recomendable construir desde ahora sistemas robustos e inclusivos de protección para los desempleados que permitan apoyar a las personas ante las pérdidas de empleo que ocurren aun en los mejores tiempos, y contar con políticas públicas listas y escalables de cara a las siguientes crisis.
En este Día Internacional del Trabajo hago una invitación a los países de América Latina y el Caribe a ver la gran oportunidad que tenemos de transformar los mercados laborales, y a aprovechar este momento de cambios para alcanzar un futuro del trabajo más productivo, inclusivo y resiliente. Desde el BID estamos para apoyar estos caminos de crecimiento de manera sostenible e inclusiva, en sintonía con nuestra Visión 2025 para reinvertir en las Américas.
*Laura Ripani es la jefa de la División de Mercados Laborales del BID. Se especializa en el área de futuro del trabajo, con particular interés en la mejora de oportunidades para jóvenes. (@Laura_Ripani)