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Capital Humano

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Hacia la reforma de las 40 horas: ¿Dónde quedaron los sindicatos?

En la discusión para disminuir de 48 a 40 horas la jornada semanal de trabajo en México, así como en otras reformas laborales de los últimos años, los sindicatos han tenido un rol menguante. Algunos, incluso se han opuesto a que éstas sean aprobadas.

Ningún sindicato podría estar en contra de la reforma para disminuir la jornada laboral, pero sí los hay y, en general, se están quedando fuera de este gran movimiento histórico, señala en entrevista Pedro Villegas, director del Centro Nacional de Promoción Social (Cenpros), asociación dedicada a la defensa de derechos sindicales.

En abril pasado, la Comisión de Puntos Constitucionales de la Cámara de Diputados aprobó un dictamen de reforma al artículo 123 de la Constitución para estableces que por cada cinco días de trabajo las personas tienen derecho a dos días de descanso, con lo que la jornada laboral se reduciría de 48 a 40 horas semanales.

El proyecto todavía no ha sido discutido por el pleno en San Lázaro, pues fue convocado un Parlamento Abierto para analizar su impacto, el cual concluyó a mediados de noviembre y se podrían presentar cambios para implementar la reforma de manera gradual.

Esta iniciativa de reducción a la jornada laboral fue propuesta por la diputada Susana Prieto Terrazas (Morena) y, aunque no es la única que se ha presentado en los últimos años, es la que ha llegado más lejos en el proceso legislativo desde que en la Constitución de 1917 se estableció el derecho sólo a un día de descanso por semana.

La Confederación de Trabajadores de México (CTM) y la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC), dos de las más grandes centrales sindicalistas y con representación en el Congreso, han fijado su postura a favor.

Este miércoles, la Unión Nacional de Trabajadores (UNT), otra de las grandes centrales y vinculada al sindicalismo independiente, fijará su postura. Se espera que no rechace la reforma, pero hasta el momento no ha tenido una presencia importante para impulsarla.

Del lado opuesto están la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM) y la Confederación Autónoma de Trabajadores de México (CATEM), que están en contra de la reforma.

Al igual que las cámaras empresariales, dirigentes de ambos organismos sindicales han señalado que de aprobarse el dictamen habrá un cierre masivo de empresas, desempleo, inflación y crisis económica.

Sindicatos fuera de las 40 horas

La disminución de la jornada laboral “ha sido una demanda histórica no solamente del sindicalismo independiente, sino incluso del sindicalismo denominado corporativista”, apunta Pedro Villegas, director de Cenpros.

En varias mesas de diálogo, representantes de sindicatos afiliados a la CTM subrayaron que Fidel Velázquez, secretario general de esa confederación, expuso en varias ocasiones la necesidad de reducir la jornada laboral. Sin embargo, nunca encauzó el poder que lo mantuvo por casi 50 años al frente de la CTM para concretar esa propuesta.

Esta vez, “es preocupante que no sean los sindicatos o sus secretarios generales o sus representantes los que enarbolen este tipo de demandas”. Pero no es la única reforma en la que su fuerza y presencia han sido menguadas, que no demolidas, dice.

Por ejemplo, “en 2016 el tema de la indexación del salario mínimo se generó a partir de una oleada desde el extranjero y luego ya lo retomaron los políticos mexicanos como una idea suya”. Las reformas importantes a la Ley del Trabajo en 2012, 2017 y 2019 se convinieron por los acuerdos comerciales y no por impulso de los sindicatos, agrega. 

“Es momento de reivindicar el papel del movimiento sindical y actuar en consecuencia para lograr lo que verdaderamente necesitan los trabajadores. Sobre todo, es necesario reivindicar como una necesidad urgente la recuperación del poder adquisitivo del salario y el avance de otros derechos”, apunta.

Una reforma que va tarde

Nueve de cada 10 personas trabajadoras en México no están afiliadas a un sindicato, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

Es decir, la representatividad de estas organizaciones entre la población trabajadora está acotada, sin embargo, éstas cuentan con las plataformas y todavía cierto poder político para manifestarse y respaldar la exigencia de una jornada laboral más humana.

Pero, detalla el especialista, “independientemente de que se insista o se presione a través de las movilizaciones, los sindicatos deberían replantearse un proyecto político, histórico, laboral y sindical que ofrezca a los partidos políticos y no que los partidos políticos le den al movimiento sindical lo que se les antoje o lo que les se les ocurra. Ése es el punto clave por el cual no se ha consolidado ni ésta ni otras demandas”.

Para Pedro Villegas la reforma debió haberse aprobado desde hace por lo menos cuatro décadas, apunta. Sin embargo, ni las fuerzas políticas partidistas ni los sindicatos se atrevieron a hacerlo, a “incidir o presionar para que se lograra”.

Pero bien podrían hacerlo ahora para apresurar el proceso de dictaminación, “en vísperas de un proceso electoral que se avecina” y que podría retrasar o cancelar todas las propuestas en este periodo ordinario, advierte.

Si no logra pasar la iniciativa en este periodo de sesiones, agrega, “me temo que en el siguiente podría ser más complicado” porque comenzarán las campañas electorales para la Presidencia de la República y ocho gubernaturas, “y podría prevalecer un sentido partidista que uno de dignificar a los trabajadores”.

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