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Opinión

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Claudia, al arranque

A pesar de todo, la elección de Claudia Sheinbaum (CS) como próxima presidenta es inobjetable. Sin embargo, no se puede decir, como lo hace Morena, que “la gran mayoría de los mexicanos ha optado por la continuidad de la 4T”. Con números redondeados, el padrón es de 98 millones de personas; por CS votaron 36 millones; por Xóchitl, 16 millones; por MC, 6 millones, lo que da una suma de 58 millones de votantes. Pero 40 millones del padrón no votaron, así que la preferencia por CS es de sólo 37% del padrón total. Es decir, casi dos terceras partes de los mexicanos elegibles para votar no tienen preferencia por CS. Esto es algo que con humildad deberá tomar en cuenta la próxima presidenta.

Con la composición de la cámaras aún no definida, el presidente adelantó que en septiembre serán aprobadas sus 18 iniciativas de ley pendientes. Inmediatamente el tipo de cambio y la bolsa de valores reaccionaron, sobre todo porque les inquietan las reformas al Poder Judicial, al INE, la eliminación de los organismos autónomos, la desaparición de los plurinominales, es decir, los contrapesos. Con ello se consolidaría un régimen autocrático. En una desafortunada intervención, el secretario de Hacienda trató infructuosamente de apaciguar a inversionistas y analistas de mercado. Terco como es AMLO, después de la felpa de los mercados, los retó: “la reforma al Poder Judicial saldrá en este sexenio, por encima de los mercados está la justicia”. No entiende que a los mercados no les puede ganar.

La preocupación de CS se notó al salir a controlar los daños y declarar que las iniciativas serían revisadas y que se procederá a organizar parlamentos abiertos para escuchar todas las opiniones. Veremos su capacidad negociadora ante su mentor.

Lo que debería ser una transición sexenal tersa por tratarse del mismo partido puede complicarse. Primeramente, al interior de Morena chocan ya los radicales como el diputado Mier y Noroña, ante los más moderados que rodean a CS. Los radicales buscan sus espacios en el nuevo gobierno, e inevitablemente CS tendrá que negociar con ellos para aplacarlos. Segundo, si AMLO no entra en razón y si no negocia con CS una versión descafeinada de sus reformas, podríamos llegar a tener una crisis financiera de fin de sexenio totalmente innecesaria. AMLO sería muy torpe si echa a perder al final de su mandato la estabilidad cambiaria de todo su sexenio.

Hay muchas incógnitas sobre el futuro gobierno que CS deberá ir despejando en los próximos meses. Van algunas: ¿Adoptará CS la retórica polarizante de “nuestros adversarios los neoliberales y conservadores”? ¿Habrá diálogo sistemático con la oposición? ¿Qué relación tendrá con el sector privado y con los medios? ¿Qué hacer con el lastre que es Pemex? ¿Cuáles serán sus estrategias para la seguridad? ¿Insistirá en la utopía de salud como Dinamarca? ¿Cree en la “Nueva Escuela Mexicana”? Si CS es pragmática y desde un inicio quiere tener una Presidencia inclusiva y democrática, deberá dejarse de radicalismos, atavismos ideológicos, y romper definitivamente con la narrativa tóxica de AMLO. Ojalá tenga presente que la confianza no se regala, se construye.

X: @frubli

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Economista egresado del ITAM. Cuenta con Maestría y estudios de doctorado en teoría y política monetaria, y finanzas y comercio internacionales. Columnista de El Economista. Ha sido asesor de la Junta de Gobierno del Banxico, Director de Vinculación Institucional, Director de Relaciones Externas y Coordinador de la Oficina del Gobernador, Gerente de Relaciones Externas, Gerente de Análisis Macrofinanciero, Subgerente de Análisis Macroeconómico, Subgerente de Economía Internacional y Analista.

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