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El Banco de Corea va más allá de la política monetaria
A principios de este año, el banco central de Corea del Sur trabajó con los ministerios del gobierno para diseñar medidas macroprudenciales para estabilizar el mercado inmobiliario del país. Esto demuestra que las autoridades monetarias pueden, y tal vez deberían, desempeñar un papel fundamental a la hora de abordar desafíos estructurales que podrían afectar profundamente la prosperidad futura.
SEÚL. La notable transformación de Corea del Sur, que ha pasado de ser uno de los países más pobres del mundo a uno de los más ricos, no tiene parangón en la historia reciente. Pero, aunque los datos oficiales muestran un crecimiento robusto y un nivel bajo de desempleo, la economía surcoreana sigue acosada por profundos desafíos estructurales que podrían tener un impacto importante en su prosperidad futura.
Muchos coreanos son pesimistas sobre el futuro, lo que refleja la intensa competencia que define sus vidas, desde la educación hasta el empleo. Los niños pequeños pasan la mayor parte del tiempo en la escuela o con profesores particulares, en vez de jugar al aire libre con sus amigos. Los adolescentes están sometidos a una enorme presión para asegurarse una plaza en una universidad de prestigio. No sorprende que más del 27% de los estudiantes de secundaria de Corea del Sur manifiesten síntomas de depresión.
Por otra parte, esta enorme inversión en educación, especialmente en la preparación para el ingreso a la universidad, no siempre se traduce en un éxito profesional. A menudo, los graduados, incluso de instituciones de élite, tardan años en encontrar un empleo fijo, por lo que muchos prolongan su estancia en la universidad o se matriculan en programas de maestría. Estudios recientes demuestran que los egresados universitarios coreanos consiguen su primer empleo no temporal de jornada completa a los 31 años, en promedio, solo para ser expulsados de estos puestos seguros cuando tienen 49 años. Los trabajadores desempleados de mediana edad se ven obligados a aceptar trabajos temporales mal pagos o a abandonar el mercado laboral.
Al mismo tiempo, el costo de vida ha subido mucho. En junio, el Banco de Corea (BOK) informó que los precios de los alimentos en el país son un 55% más altos que el promedio de la OCDE, mientras que la ropa y la vivienda son un 61% y un 20% más caras, respectivamente. El mercado inmobiliario de Seúl es igual de brutal: la relación entre precios e ingresos, de casi 27, supera a la de Nueva York y Tokio. La presión financiera de precios elevados y salarios bajos hace que muchos coreanos sean reacios a tener hijos, una tendencia que se ha acelerado en los últimos 20 años. En 2021, la tasa de fertilidad del país era de 0.81, la más baja de la OCDE, por detrás de España (1.19), Italia (1.25) y Japón (1.30). Esta caída, sumada al aumento de la expectativa de vida, significa que la población de Corea del Sur envejece con mayor celeridad que las de otros países desarrollados.
Los retos estructurales como la escasez de empleos de calidad, el gasto excesivo en educación, el aumento vertiginoso de los precios de la vivienda y el envejecimiento de la población no suelen ser competencia de los bancos centrales, que tienden a centrarse en los objetivos de inflación y empleo. Pero el BOK ha canalizado cada vez más sus recursos hacia la resolución de estos problemas, entre otras cosas, identificando posibles respuestas políticas y estudiando cómo incorporarlas a sus operaciones.
En octubre, la Junta de Política Monetaria del BOK (de la que soy miembro) recortó la tasa de interés de referencia por primera vez desde que empezó a subir las tasas en agosto de 2021 del 3.5% al 3.25. La junta consideró por primera vez un recorte de las tasas en agosto, cuando la inflación daba claras señales de moderación y el won coreano se mantenía estable en relación con el dólar estadounidense. Pero el aumento acelerado de la deuda de los hogares y los precios elevados de la vivienda hicieron temer por la estabilidad financiera, lo que retrasó la decisión. El mercado inmobiliario es un problema especialmente espinoso para los responsables de la política monetaria. Alrededor del 64% de los activos de los hogares coreanos son bienes inmuebles, y solo el 36% financieros, mientras que la relación suele ser la inversa en Estados Unidos y Japón. Asimismo, muchos coreanos alquilan propiedades mediante un sistema llamado jeonse, por el que los inquilinos hacen un depósito importante por adelantado, normalmente en torno al 50% del valor de la propiedad, en lugar de un alquiler mensual. Dadas las sumas en juego, los inquilinos suelen depender de los préstamos bancarios, lo que los hace vulnerables a las deudas relacionadas con la vivienda, a diferencia de países como Estados Unidos, donde solo los propietarios asumen ese riesgo. En consecuencia, en Corea del Sur existe una fuerte correlación entre la liquidez del mercado financiero, el aumento de los precios de la vivienda y el mayor endeudamiento de los hogares. A principios de año, el mercado inmobiliario se estaba calentando, sobre todo en las zonas residenciales de alta gama de Seúl. Al mismo tiempo, los programas gubernamentales que proporcionaban subsidios y liquidez al mercado, destinados a facilitarle a las familias jóvenes la búsqueda de vivienda, empezaron a alimentar la propagación de los precios altos de la vivienda a otras partes de Seúl y sus alrededores. El BOK detectó pronto estas tendencias y trabajó con los ministerios pertinentes para diseñar medidas macroprudenciales que se implementaron en septiembre. El ajuste de las tasas de interés no se produjo hasta que hubo indicios de que el mercado inmobiliario se había estabilizado y el crecimiento de la deuda de los hogares se había ralentizado.
Las medidas proactivas del BOK supusieron un desafío al statu quo, lo que provocó la resistencia de algunos responsables de las políticas y expertos. Para aumentar la transparencia y la confianza, el BOK está dedicando más recursos a relacionarse directamente con el público y los participantes de mercado. La existencia de líneas directas de comunicación fomentará la confianza en el accionar del BOK, sin la cual no puede cumplir eficazmente su mandato.
A medida que los países se enfrentan al alza de los costos de la vivienda, a la caída de las tasas de natalidad y al lento crecimiento salarial, más bancos centrales pueden ampliar sus competencias y abordar los retos estructurales a los que se enfrentan las sociedades de hoy. La estrategia del BOK demuestra que los responsables de la política monetaria pueden, y quizá deban, desempeñar un papel fundamental a la hora de abordar estos problemas más profundos para garantizar una mayor resistencia económica.
La autora
Soohyung Lee, profesora de Economía y Análisis de Datos de la Universidad Nacional de Seúl, es miembro de la Junta de Política Monetaria del Banco de Corea.
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