Lectura 4:00 min
La inflación no cede
Varios bancos centrales han metido reversa a la política monetaria acomodaticia, al empezar a incrementar sus tasas de interés de referencia para tratar de controlar las presiones inflacionarias
Sin duda alguna, la inflación ha sido el factor al que más atención le han venido poniendo los mercados en las últimas semanas, y particularmente, en la pasada, precisamente porque a pesar de que en general los Bancos centrales a nivel global han tenido un discurso de política monetaria más restrictiva, la inflación no cede.
Aunque aparentemente la tercer ola de la pandemia parece haber sido contenida, no solo ésta ha tenido implicaciones en el crecimiento económico, sino también se han desarticulado diversas cadenas productivas como por ejemplo la de los semiconductores o los energéticos, provocando escasez en la oferta de diversos productos generando un fuerte incremento de precios en diversos productos.
Un ejemplo claro ha sido el precio del petróleo, donde la pandemia y sus consecuentes impactos en las expectativas de crecimiento y por ende de demanda nos llevaron en abril del año pasado a registrar un precio nunca antes visto en el mercado de futuros de menos 37 dólares por barril para el contrato a plazo de abril.
Es importante aclarar que la OPEP Plus jugó un papel muy relevante en dicho movimiento de precios; sin embargo, ante la expectativa de una recuperación de la economía al contar con esquemas de vacunación que ayudarían a controlar la pandemia, el precio del petróleo cerró el viernes pasado en niveles de 75.45 dólares/barril a diciembre, tras haber tocado niveles de 80 dólares/barril, nivel no visto desde 2018.
Otro muy buen ejemplo es el caso del Gas natural, donde los operadores de coberturas en Nueva York sin duda van a tener mayores dificultades para determinar la demanda del producto, debido a que esta época invernal, la cual se ve reflejada en los contratos que cotizan en Nueva York en los plazos de noviembre a marzo, se tendrá que ver qué sucede con la pandemia, ya que podría venir una nueva ola de contagios por la época, lo cual implicaría nuevos cierres y restricciones, sumado a los bajos inventarios de Gas Natural, los cuales se ubican por debajo del promedio de los últimos cinco años en los 48 Estados en los que se almacena el Gas durante la época del verano.
Lo anterior ha generado que el precio del Gas natural a plazo de noviembre se ubique ya en niveles de 5.54 dólares MMBtu, cuando el año pasado andaba en niveles por debajo de los 3 dólares MMBtu, con una expectativa de que la tendencia alcista continúe en los próximos meses, a pesar de haber perdido el viernes un 5.51 por ciento.
Otro factor muy importante ha sido la enorme cantidad de recursos que los bancos centrales han inyectado a los mercados para tratar de reactivar sus economías frente a la pandemia, lo cual ha significado para los especuladores (Hedge funds) mayores recursos para especular, mismos que aprovecharon para invertir en commodities o materias primas que tenían particularmente precios bajos o atractivos por la desaceleración económica provocada en la era Trump por la Guerra Comercial con China primero, y la presencia de la pandemia después.
Varios bancos centrales ya han metido reversa a esta política monetaria acomodaticia en el planeta, al empezar a incrementar sus tasas de interés de referencia para tratar de controlar las presiones inflacionarias.
En América Latina, países como Chile, Argentina, Brasil, Colombia, entre otros han venido incrementando sus tasas de manera agresiva, mientras en México ya tuvimos el segundo incremento en lo que va del año, para alcanzar niveles de 4.75% y Banxico revisó al alza sus expectativas de inflación para este año y el que viene, estimando que regrese a niveles cercanos al 3% hasta el 2023.
Por su parte, la Fed de Estados Unidos ha empezado a mandar señales de poder empezar a reducir su programa de compras de bonos este año y a partir del año entrante, empezar a subir su tasa. Lo peor que nos podría pasar, y varios analistas piensan que es posible, es que llegáramos a tener estanflación, es decir, inflación sin crecimiento económico. Lo anterior generara volatilidad en los mercados accionarios, de divisas, de deuda y de derivados. ¡No les quede la menor duda!