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Comalcalco: la ciudad donde los ladrillos cuentan la historia de un pueblo

La antigua ciudad, conocida originalmente como Joy Chan (cielo rodeado) es coetánea de Palenque y Yaxchilán, y otras ciudades también mayas con quienes tuvo intercambio comercial y cultural muy acentuado durante el periodo de esplendor.

La antigua ciudad maya chontal ubicada al noroeste de Tabasco es la única urbe prehispánica en México abierta al público cuyo sistema constructivo es de ladrillo cocido y donde las piezas de barro se usaron, además, para dejar testimonio de la historia, la cosmovisión, el estilo de vida y los acontecimientos importantes del asentamiento de esta cultura en la región, desde el año 400 a.C., hasta el 1,000 de nuestra era.

La antigua ciudad, conocida originalmente como Joy Chan (cielo rodeado) es coetánea de Palenque y Yaxchilán, y otras ciudades también mayas con quienes tuvo intercambio comercial y cultural muy acentuado durante el periodo de esplendor y este se hacía a través de los ríos que las conectaban y que sabían navegar muy bien los chontales.

El historiador Carlos Arturo Giordano Sánchez Verín, director del Centro INAH Tabasco, dictó una conferencia virtual el pasado lunes, “Comalcalco: la ciudad donde los ladrillos cuentan la historia de un pueblo”, donde señaló las peculiaridades de este sitio monumental que ha sido fuente de hallazgos sorprendentes, como un ladrillo donde se inscribió la fecha 13 baktún, correspondiente a una supuesta profecía maya del fin del mundo, una espina de raya con un extenso texto epigráfico y el primer cementerio maya de que se tiene registro en la arqueología mexicana, con más de 116 entierros funerarios de más de 1,000 años de antigüedad.

“Comalcalco es un sitio arqueológico distinto a los que conocemos, que tiene edificaciones de piedra o tierra compactada. Su característica es que es la única zona arqueológica abierta al público en México cuya arquitectura está hecha de ladrillo cocido” —señala el especialista—, pegado con una amalgama de estuco hecho con conchas de ostión.

“Está en una zona en la que no hay piedra y originalmente la construyeron los chontales con tierra compactada, pero posteriormente fueron viendo que la mejor manera de conservar los edificios fue poniéndoles un recubrimiento de ladrillo, y con ello lograron una mejor conservación de sus estructuras”, añade en una entrevista con este diario, previa a su presentación.

Informa que Comalcalco (casa de los comales) es la zona arqueológica más visitada de Tabasco y se localiza en una región conocida como la Chontalpa, sobre la ribera de un antiguo cauce del río Mazapán-Mezcalapa.

Por esa razón, la antigua Comalcalco logró establecer importantes rutas comerciales a través del agua y pudo relacionarse con antiguas ciudades mayas distantes como Palenque, Yaxchilán, Bonampak, Calakmul y Tikal (en Guatemala) con las que mantuvo un dinámico intercambio comercial y cultural, refiere.

La región donde se asienta Joy Chan ha mostrado evidencias de ocupación humana desde el año 400 antes de Cristo, y los vestigios que hoy vemos remiten a la ciudad edificada por los chontales, una rama étnica del pueblo maya, durante el esplendor que se conoce como Clásico (años 600-900 de nuestra era), pero que fue descubierta hasta finales del siglo XIX, en 1880, por el explorador francés Desiré Charnay, quien elaboró el primer plano del asentamiento y fotografió diversos sectores de la urbe.

Aunque se han registrado exploraciones por más de 100 años, es hasta la mitad del siglo XX cuando se emprende un proyecto de excavación arqueológica integral encabezado por el arqueólogo Román Piña Chan, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

La prominencia del barro

Comalcalco es singular ya que los chontales usaban el ladrillo no sólo como elemento constructivo sino como medio de expresión y de impronta histórica. “Decoraban los ladrillos con distintas técnicas para plasmar en ellos su concepción del mundo, la historia de su pueblo y sus gobernantes, sus animales, sus dioses, sus construcciones, etcétera”, refiere Carlos Arturo Giordano.

Probablemente estos ladrillos cobraron fama mundial cuando en 2011 epigrafistas del INAH descubrieron en uno de ellos la inscripción de la mítica fecha del calendario maya (13 Baktún) correspondiente al 21 de diciembre de 2012, señalada supuestamente como el fin del mundo.

Este mismo barro cocido se usaba para hacer figurillas que describen cómo vestían y como se adornaban los chontales que ocuparon la ciudad en el periodo Clásico y para fabricar grandes ollas para enterrar a sus gobernantes.

También es muy destacable el uso del barro para la construcción de los basamentos piramidales y el sistema de drenaje, muy avanzado para su época, compuesto por tubos de arcilla para la conducción de agua a los estanques, las albercas de la residencia y la distribución del líquido en la urbe.

“La antigua Comalcalco, dado que se funda en una planicie aluvial carente de piedra, una zona de terrenos inundables, de pantanos, manglares, rodeada de una extensa selva tropical, tiene que recurrir a los materiales propios de la región y eso le va a dar las características propias a la ciudad”.

Se tienen identificadas más de 500 construcciones en la ciudad prehispánica, muchos de ello son asentamiento domésticos-habitacionales que circundan la periferia del centro ceremonial y administrativo. No todas se han explorado ni están abiertas al público, señala el funcionario.

Destacan entre ellas los templos del conjunto Plaza Norte, con 185 metros de largo por 88 de ancho, donde desplanta la pirámide principal (Templo I) con una altura de 20 metros; La Gran Acrópolis, que alberga El Palacio y el Patio Hundido, en un espacio de más de 5 hectáreas; y el Templo de los estucos o de los Nueve Señores de la Noche, entre otras.

El cacao, bebida de los dioses y símbolo de prestigio

Otra de las características que hicieron singular a esta urbe fue la abundancia del cacao en la región. Mucho tiempo se discutió el origen de la domesticación de esta planta, pero hoy se sabe que fue alrededor de 1750 a.C. cuando se comenzó a procesar para transformarse en bebida de lujo para toda Mesoamérica. El registro más antiguo que evidencia el consumo de cacao se localizó en el sitio arqueológico olmeca Cerro de Manatí, al sur de Veracruz, frontera con Tabasco, rememora el historiador.

En Comalcalco, dice, se han encontrado vestigios que refieren al cacao no solo como bebida, sino como elemento ornamental que confería prestigio y rango a las culturas asentadas en el golfo de México y también como moneda.

Museo de sitio reúne hallazgos sorprendentes

Durante la temporada de campo de 1998, encabezada por el arqueólogo Ricardo Armijo Torres, se localizó en la Plaza Norte una urna funeraria del 771 d.C. dispuesta boca abajo sobre un piso de grandes lozas de barro, protegida por una mampostería de ladrillos, y en su interior había muchos elementos asociados al enterramiento del antiguo sacerdote maya Aj Pakal Tahn, entre ellos 90 pendientes de concha de caracol, 34 de ellos con inscripciones jeroglíficas, y una espina de raya que tenía esgrafiado el texto epigráfico más extenso de que tenga registro en el estado de Tabasco. También se encontraron fragmentos de hueso con inscripciones glíficas que narran la vida y obra de este personaje.

“Estos textos proceden de un contexto arqueológico bien definido, reflejan un momento histórico muy preciso y tienen que ver con un discurso relativo a los cargos de los sacerdotes del siglo VIII en Comalcalco”, dice Carlos Arturo Giordano.

Este y otros hallazgos de importancia se resguardan en el museo de sitio de Comalcalco, donde se puede ver, además, una muestra sustantiva y muy bella de los ladrillos decorados, una variada colección de cerámica, elementos de estuco que adornaban los edificios antiguos, que representan figuras humanas, animales fantásticos, aves y otros entes del entorno.

También se exhiben las ollas de barro de más de un metro de altura y 50 cm de diámetro que eran utilizadas para los enterramientos.

La conferencia on line del doctor Carlos Arturo Giordano Sánchez Verín es producto de la labor de divulgación que realiza el INAH en torno al quehacer arqueológico y al cuidado del patrimonio cultural de México. El director del Centro INAH manifestó que en este momento la zona arqueológica de Comalcalco, y las otras cinco con que cuenta Tabasco, están en labores de mantenimiento a la espera de recibir a los visitantes cuando se levante la cuarentena impuesta por la pandemia de Covid-19.

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Editor de Arte, Ideas y Gente en El Economista. Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Maestro en Filosofía Social, por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). Especialista en temas de arqueología, antropología, patrimonio cultural, religiones y responsabilidad social. Colaboró anteriormente en Público-Milenio, Radio Universidad de Guadalajara y Radio Metrópoli, en Guadalajara.

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